Era la dueña de un amor ridiculo



La que se encontraba con el todos los días a la misma hora (incluso después de media noche) acomodando la mesita y estirando un poco el mantel, preparaba el te para ella y el cafecito que a el tanto le gusta. Algunas veces incluso cocinaba un kuchen o le horneaba galletitas y otras, solo le ponía dos cubos (en ves de tres) cuando se había portado mal con ella y la dejaba hablando sola, eso no le gustaba. Un par de veces intento llamarlo en vivo, pero nunca pudieron hablar de corrido. Lastima.




Lo patetico es, que todas fuimos o seremos de esas ingenuas que se creen dueñas de un amor, pero de esos ridiculos e inalcansables televisivos.